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El ángel de los barrios de Buenos Aires / Osvaldo Pérez Echegaray ; fotos Gianni Mestichelli

Por: Colaborador(es): Tipo de material: TextoTextoDetalles de publicación: Buenos Aires : Ediciones de la Flor, 2011Descripción: 90 p. : fot. colISBN:
  • 9789505159031
Tema(s): Revisión: Es un “ocupa” del Obelisco. Y es un ángel. Y dictó este libro. El Ángel Urbano, como lo llama el autor, surca 60 barrios de Buenos Aires a los que describe con un lenguaje pleno de metáforas; algunas, verdaderos hallazgos poéticos. A pesar de ser un ángel, o precisamente por serlo, no es una obra angelical. Sus miradas y evocaciones van dibujando a una Reina del Plata aristocrática y rea. Sentimental y cruel. Llena de contrastes agridulces. Con rápidos bocetos históricos, recuerda los orígenes de cada barrio. Tienen estos trazos la virtud de sorprender al porteño que, de súbito, se ve ante hechos y personajes (generalmente dramáticos) que animaron esas calles por las que transita acuciado por el presente. Verá ahora que sus entornos guardan andanzas de escritores, poetas, músicos, actores, políticos, deportistas, aventuras que los barrios atesoran como patrias íntimas de esas figuras populares. También le dirá el ángel en qué lugar preciso queda la esquina del herrero, barro y luna que Manzi ubicó en el Sur, pasando San Juan y Boedo antiguo; sabrá dónde está el cafetín de Buenos Aires, cuyas mesas, que nunca preguntan, inspiraron a Discépolo, y conocerá la dirección exacta de la casa en la que vivió Esthercita, la pebeta más linda ‘e Chiclana, flor de noche y cabaret… Y así como estos, muchos otros recuerdos y anécdotas irán mezclándose con breves líneas de famosas letras de tangos, lo que va poniendo resonancia musical a la lectura. Otra faceta atrayente de la obra la dan las semblanzas biográficas de los inmigrantes epónimos, como Antonio Devoto que dejó su fortuna y su nombre a la villa. O José Soldati, cuyo barrio -“La Quema”- tuvo un destino tan sombrío que el alado coautor experimenta aquí una precavida reticencia. Resulta admirable la capacidad de aunar en un breve espacio tan inmenso caudal de noticias del pasado y su geografía entramadas con vivencias culturales profundas y la voluntad política (con sus luces y sombras) de hacer que la Gran Aldea creciera potente invadiendo pampa. Pero no todo es nostalgia. El presente está retratado con sus novedades y deformidades; siempre Buenos Aires: deslumbrante e incongruente. Vienen de otros países atraídos por el tango –rezonga el ángel sobrevolando la calle Corrientes- y los de aquí “pagan fortunas por dislexia y barullo gringo”. El autor cultiva la alusión, arte dificilísimo de mostrar un mundo insinuando apenas un mínimo contorno. Con ese modo recatado de decir ilumina, cuando menos se lo espera, escenarios de corrupción, codicias, pasiones sangrientas del honor y las facciones, negocios turbios y otros estigmas que ensucian la memoria. En papel satinado con fotografías en color, algunas tomadas por el autor y otras por Gianni Mestichelli, el libro señala muchas discordancias de la ciudad: por ejemplo, las alocadas trayectorias de las calles del Parque Chas (con sus nombres eminentes) que dan al barrio un risueño y arbolado encantamiento; y esto junto a seres agobiados que a diario cruzan en bote un riacho de aguas muertas para alcanzar la Isla Maciel, único lugar adonde el ángel no quiere entrar por una razón asombrosa. Es entrañable el retrato de los cafés porteños. No, por cierto, los comercios donde se vende el producto, sino esos ámbitos (otra vez la queja de Discépolo) parecidos al hogar por la contención que brindan. La obra evoca a uno de los más emblemáticos –el Argos- y allí, ante el destino del local, acodados en el estaño, tiene lugar una de las escenas más conmovedoras de estos viajes. En efecto, viajes: la obra va y viene del hoy al ayer, del norte al sur, del espíritu a la carne dejando a cada paso el regusto de una ciudad que enoja y enamora. Porteños antiguos y memoriosos podrán, tal vez, indicar rasgos no registrados aquí. Cada uno tendrá el suyo, seguramente (Buenos Aires, además de misteriosa, es infinita) pero el libro tiene otro don: hacer que esas ausencias las llenen, por simpatía, los propios lectores. Poderes de los ángeles. Reseña elaborada por: Miguel Ángel Gori.
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Es un “ocupa” del Obelisco. Y es un ángel. Y dictó este libro.
El Ángel Urbano, como lo llama el autor, surca 60 barrios de Buenos Aires a los que describe con un lenguaje pleno de metáforas; algunas, verdaderos hallazgos poéticos. A pesar de ser un ángel, o precisamente por serlo, no es una obra angelical. Sus miradas y evocaciones van dibujando a una Reina del Plata aristocrática y rea. Sentimental y cruel. Llena de contrastes agridulces.
Con rápidos bocetos históricos, recuerda los orígenes de cada barrio. Tienen estos trazos la virtud de sorprender al porteño que, de súbito, se ve ante hechos y personajes (generalmente dramáticos) que animaron esas calles por las que transita acuciado por el presente.
Verá ahora que sus entornos guardan andanzas de escritores, poetas, músicos, actores, políticos, deportistas, aventuras que los barrios atesoran como patrias íntimas de esas figuras populares. También le dirá el ángel en qué lugar preciso queda la esquina del herrero, barro y luna que Manzi ubicó en el Sur, pasando San Juan y Boedo antiguo; sabrá dónde está el cafetín de Buenos Aires, cuyas mesas, que nunca preguntan, inspiraron a Discépolo, y conocerá la dirección exacta de la casa en la que vivió Esthercita, la pebeta más linda ‘e Chiclana, flor de noche y cabaret… Y así como estos, muchos otros recuerdos y anécdotas irán mezclándose con breves líneas de famosas letras de tangos, lo que va poniendo resonancia musical a la lectura. Otra faceta atrayente de la obra la dan las semblanzas biográficas de los inmigrantes epónimos, como Antonio Devoto que dejó su fortuna y su nombre a la villa. O José Soldati, cuyo barrio -“La Quema”- tuvo un destino tan sombrío que el alado coautor experimenta aquí una precavida reticencia.
Resulta admirable la capacidad de aunar en un breve espacio tan inmenso caudal de noticias del pasado y su geografía entramadas con vivencias culturales profundas y la voluntad política (con sus luces y sombras) de hacer que la Gran Aldea creciera potente invadiendo pampa. Pero no todo es nostalgia. El presente está retratado con sus novedades y deformidades; siempre Buenos Aires: deslumbrante e incongruente. Vienen de otros países atraídos por el tango –rezonga el ángel sobrevolando la calle Corrientes- y los de aquí “pagan fortunas por dislexia y barullo gringo”.
El autor cultiva la alusión, arte dificilísimo de mostrar un mundo insinuando apenas un mínimo contorno. Con ese modo recatado de decir ilumina, cuando menos se lo espera, escenarios de corrupción, codicias, pasiones sangrientas del honor y las facciones, negocios turbios y otros estigmas que ensucian la memoria.
En papel satinado con fotografías en color, algunas tomadas por el autor y otras por Gianni Mestichelli, el libro señala muchas discordancias de la ciudad: por ejemplo, las alocadas trayectorias de las calles del Parque Chas (con sus nombres eminentes) que dan al barrio un risueño y arbolado encantamiento; y esto junto a seres agobiados que a diario cruzan en bote un riacho de aguas muertas para alcanzar la Isla Maciel, único lugar adonde el ángel no quiere entrar por una razón asombrosa.
Es entrañable el retrato de los cafés porteños. No, por cierto, los comercios donde se vende el producto, sino esos ámbitos (otra vez la queja de Discépolo) parecidos al hogar por la contención que brindan. La obra evoca a uno de los más emblemáticos –el Argos- y allí, ante el destino del local, acodados en el estaño, tiene lugar una de las escenas más conmovedoras de estos viajes.
En efecto, viajes: la obra va y viene del hoy al ayer, del norte al sur, del espíritu a la carne dejando a cada paso el regusto de una ciudad que enoja y enamora. Porteños antiguos y memoriosos podrán, tal vez, indicar rasgos no registrados aquí. Cada uno tendrá el suyo, seguramente (Buenos Aires, además de misteriosa, es infinita) pero el libro tiene otro don: hacer que esas ausencias las llenen, por simpatía, los propios lectores. Poderes de los ángeles.
Reseña elaborada por: Miguel Ángel Gori.


Universidad del Salvador - Buenos Aires - Argentina