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Vida, pasión y prisión de Washington Fénix Martha Fowler

Por: Tipo de material: TextoTextoDetalles de publicación: Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. GEL, c1991Descripción: 198 pISBN:
  • 9506941750 (Rústica)
Tema(s): Revisión: Los ciudadanos de las repúblicas de Platilindia y de Lavanda nunca olvidarán las historias de la vida, pasión y prisión de Washington Fénix. Un personaje que desde su primera infancia siempre asombró, algunas veces asustó y muy pocas perjudicó a cuantos lo conocieron. Nacido en el seno de una familia por demás peculiar, permaneció al cuidado de Belinda Cisneros .Una mucama muda, quien con letras y expresivos dibujos, dejó en su diario íntimo, el valioso testimonio sin el cual no hubiera sido posible conocer los detalles de tan azarosa vida. Todo fue minuciosamente detallado: el bautismo del niño, los juegos infantiles, la relación con sus padres, el incendio en el jardín de los vecinos -cuyo sillones obraron de pira funeraria-, la llegada a la escuela, la fiesta de su comunión y, finalmente, el acontecimiento que marcaría para siempre su vida; el ingreso a la tan mentada y nunca bien ponderada farmacia “Las tres Erres”. Propiedad de Don Rogelio Raúl Rodríguez - alias Don Roge- científico exiliado y devoto seguidor de las enseñanzas magistrales del Dr. Hachmman. Don Roge no sólo introdujo a Washington en las artes de la homeopatía, sino también fue el numen de toda su vida. Encargado de la adaptación del joven al mundo social y laboral, estableció con éste un vínculo paternal que perduraría para siempre. Sin embargo aprovechó la ocasión para ir delegando en él algunas de las muchas tareas que, por su cantidad y diversidad, estaban abrumándolo. De aprendiz de tonto a dueño y señor del lucrativo negocio, mediaron algunos años y numerosas aventuras .Inolvidables son aquellas que narran las historias personales de los habitantes del pueblo: un sodero, gran silvador y siempre apurado; un escribano sinvergüenza que no despreció la oportunidad de enriquecerse; la abuela de Washington, tan vieja y arrugada que vivía colgada en un gancho del patio; el acontecimiento social del pueblo, los parroquianos en la vereda de la farmacia y sus verdes mateadas; el hotel sin vista panorámica, pero con un impecable servicio cinco estrellas; una pensión familiar de dudosa categoría; un cartero aburrido y su infatigable trabajo; una sobrina interesada y coqueta y, por último, la desaparición del benemérito farmacéutico, asociada a unas pastillas de eucalipto pondrían al sepulturero en escena, y llevarían al nuestro héroe a la desolación. Reseña elaborada por: Susana Etchevarne, publicada en Gramma v. 3, no 8 (1991)
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Los ciudadanos de las repúblicas de Platilindia y de Lavanda nunca olvidarán las historias de la vida, pasión y prisión de Washington Fénix. Un personaje que desde su primera infancia siempre asombró, algunas veces asustó y muy pocas perjudicó a cuantos lo conocieron.
Nacido en el seno de una familia por demás peculiar, permaneció al cuidado de Belinda Cisneros .Una mucama muda, quien con letras y expresivos dibujos, dejó en su diario íntimo, el valioso testimonio sin el cual no hubiera sido posible conocer los detalles de tan azarosa vida.
Todo fue minuciosamente detallado: el bautismo del niño, los juegos infantiles, la relación con sus padres, el incendio en el jardín de los vecinos -cuyo sillones obraron de pira funeraria-, la llegada a la escuela, la fiesta de su comunión y, finalmente, el acontecimiento que marcaría para siempre su vida; el ingreso a la tan mentada y nunca bien ponderada farmacia “Las tres Erres”. Propiedad de Don Rogelio Raúl Rodríguez - alias Don Roge- científico exiliado y devoto seguidor de las enseñanzas magistrales del Dr. Hachmman.
Don Roge no sólo introdujo a Washington en las artes de la homeopatía, sino también fue el numen de toda su vida. Encargado de la adaptación del joven al mundo social y laboral, estableció con éste un vínculo paternal que perduraría para siempre.
Sin embargo aprovechó la ocasión para ir delegando en él algunas de las muchas tareas que, por su cantidad y diversidad, estaban abrumándolo.
De aprendiz de tonto a dueño y señor del lucrativo negocio, mediaron algunos años y numerosas aventuras .Inolvidables son aquellas que narran las historias personales de los habitantes del pueblo: un sodero, gran silvador y siempre apurado; un escribano sinvergüenza que no despreció la oportunidad de enriquecerse; la abuela de Washington, tan vieja y arrugada que vivía colgada en un gancho del patio; el acontecimiento social del pueblo, los parroquianos en la vereda de la farmacia y sus verdes mateadas; el hotel sin vista panorámica, pero con un impecable servicio cinco estrellas; una pensión familiar de dudosa categoría; un cartero aburrido y su infatigable trabajo; una sobrina interesada y coqueta y, por último, la desaparición del benemérito farmacéutico, asociada a unas pastillas de eucalipto pondrían al sepulturero en escena, y llevarían al nuestro héroe a la desolación.
Reseña elaborada por: Susana Etchevarne, publicada en Gramma v. 3, no 8 (1991)


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