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Sociología de los nuevos movimientos religiosos en Argentina / Abelardo Jorge Soneira

Por: Tipo de material: TextoTextoDetalles de publicación: Buenos Aires : Ediciones Universidad del Salvador, c2005Descripción: 124 p. ; 14 cmISBN:
  • 9505921047
Tema(s): Resumen: La utilización de la categoría “Nuevos Movimientos Religiosos” desde el título anticipa que importante es mantener un carácter neutral en un tema donde clasificar implica un notable grado de dificultad. Pero, al mismo tiempo del concepto también se desprende que, son tantas los nuevas prácticas religiosas organizadas que encapsular a muchas de ellas bajo la etiqueta de “sectas” conlleva una carga de prejuicio que nunca es recomendable. El autor señala que, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial se pudo observar un suceso inédito que tuvo como epicentro el territorio de los Estados Unidos. Se trataba de una impresionante oleada de religiosidad donde grupos basados en corrientes filosóficas orientales o incluso sin relación alguna con religiones tradicionales, se multiplicaron a una velocidad sin precedentes. El objetivo del libro es justamente, poder aportar a los estudiantes de grado y postgrado un análisis conceptual en relación con el tema además, de una introducción sobre cómo surgieron y se desarrollaron los nuevos grupos religiosos. Al mismo tiempo, se especifica la inclusión de los llamados grupos anticultos, curioso reverso de la religión en nuestros días. Para comenzar, Soneira, se dedica con la ayuda de tres filósofos (Weber, Troeltsch y Niebuhr) a esquematizar una clasificación que sea funcional, es decir, donde cada grupo religioso encuentre su lugar. Es aquí donde los conceptos de “iglesia” y “secta”, por ejemplo, son tomados desde una perspectiva sociológica produciendo, un juego de similitudes y diferencias que arrojan motivos de inclusión o de exclusión según cada criterio de investigación. Con una descripción clasificatoria que no pretende ser exhaustiva, queda en claro que, el contexto social es clave para validar cada grupo y subgrupo. Por otro lado, los autores citados discrepan en cuanto a la distancia conceptual existente entre iglesia y secta. Niebuhr en cambio, sostiene que la primera es la versión evolucionada de la segunda. Más adelante, se explica cómo fue la génesis de los Nuevos Movimientos Religiosos: nacidos de una crisis de sentido que tuvo su mayor explosión durante los 60’s y 70’s, cuando en el amanecer de la contracultura se vio plagada de movimientos estudiantiles, tanto festivos como de protesta que buscaban oponerse a las normas establecidas hasta ese momento. Esa nueva ola derivó, lenta pero progresivamente a nutrirse de un contenido místico que reducidos grupos (hasta entonces minoritarios) fueron capaces de proveer. Paralelamente, surge la preocupación por los “cultos destructivos” cuya contraparte se estableció a partir de la puesta en acción de las organizaciones anticultos. Terminología de la época incluía expresiones como: “lavado de cerebro”, “control mental” y “reforma de pensamiento” para significar los métodos que estas nuevas sectas utilizaban con sus adeptos. Los movimientos anticultos crecieron a la par de sus antagonistas y se organizaron mucho mejor a partir de los 80’s con la inclusión de profesionales de las salud. Cabe destacar como punto de inflexión a la masacre de Guyana en 1978, (suicidio colectivo de 900 personas) que impulsó un mayor alerta de parte de los medios de comunicación. La consternación por este tema estaba en aumento (la iglesia electrónica iba ganando espacio y miembros gracias a la televisión), lo cual demuestra la cantidad de conferencias episcopales organizadas por la Iglesia Católica para tratar el asunto. En la República Argentina el debate sobre sectas tomó preponderancia después de la llegada de la democracia, donde la cuestión fue un tópico habitual en programas y publicaciones de la época. Durante esos años surgieron en nuestro país grupos anticultos destinados a denunciar, prevenir, instruir e incluso desenmascarar a sectas potencialmente peligrosas para los jóvenes. Uno de los impulsores de esta corriente fue el periodista e investigador Alfredo Silleta, autor de numerosos libros sobre el tema y fundador de FAPES (Fundación Argentina para el Estudio de las Sectas). Para concluir, Soneira se refiere al surgimiento de los grupos escépticos, asociaciones que se proponen refutar a cualquier clase de pseudociencia o medicina alternativa (New Age, ovnilogia, iridiología, quiromancia, etc.). Ya que, más de uno de estos “estudios” funcionan como escuelas donde los adeptos presentan características muy similares a los de los grupos religiosos sectarios. Las organizaciones escépticas difunden sus estudios en revistas o en Internet dónde contraponen con rigurosidad científica, las verdades enarboladas por los defensores de las pseudociencias. Reseña elaborada por: Mariano González Achi.
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La utilización de la categoría “Nuevos Movimientos Religiosos” desde el título anticipa que importante es mantener un carácter neutral en un tema donde clasificar implica un notable grado de dificultad. Pero, al mismo tiempo del concepto también se desprende que, son tantas los nuevas prácticas religiosas organizadas que encapsular a muchas de ellas bajo la etiqueta de “sectas” conlleva una carga de prejuicio que nunca es recomendable.
El autor señala que, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial se pudo observar un suceso inédito que tuvo como epicentro el territorio de los Estados Unidos. Se trataba de una impresionante oleada de religiosidad donde grupos basados en corrientes filosóficas orientales o incluso sin relación alguna con religiones tradicionales, se multiplicaron a una velocidad sin precedentes.
El objetivo del libro es justamente, poder aportar a los estudiantes de grado y postgrado un análisis conceptual en relación con el tema además, de una introducción sobre cómo surgieron y se desarrollaron los nuevos grupos religiosos. Al mismo tiempo, se especifica la inclusión de los llamados grupos anticultos, curioso reverso de la religión en nuestros días.
Para comenzar, Soneira, se dedica con la ayuda de tres filósofos (Weber, Troeltsch y Niebuhr) a esquematizar una clasificación que sea funcional, es decir, donde cada grupo religioso encuentre su lugar. Es aquí donde los conceptos de “iglesia” y “secta”, por ejemplo, son tomados desde una perspectiva sociológica produciendo, un juego de similitudes y diferencias que arrojan motivos de inclusión o de exclusión según cada criterio de investigación.
Con una descripción clasificatoria que no pretende ser exhaustiva, queda en claro que, el contexto social es clave para validar cada grupo y subgrupo. Por otro lado, los autores citados discrepan en cuanto a la distancia conceptual existente entre iglesia y secta. Niebuhr en cambio, sostiene que la primera es la versión evolucionada de la segunda.
Más adelante, se explica cómo fue la génesis de los Nuevos Movimientos Religiosos: nacidos de una crisis de sentido que tuvo su mayor explosión durante los 60’s y 70’s, cuando en el amanecer de la contracultura se vio plagada de movimientos estudiantiles, tanto festivos como de protesta que buscaban oponerse a las normas establecidas hasta ese momento. Esa nueva ola derivó, lenta pero progresivamente a nutrirse de un contenido místico que reducidos grupos (hasta entonces minoritarios) fueron capaces de proveer.
Paralelamente, surge la preocupación por los “cultos destructivos” cuya contraparte se estableció a partir de la puesta en acción de las organizaciones anticultos. Terminología de la época incluía expresiones como: “lavado de cerebro”, “control mental” y “reforma de pensamiento” para significar los métodos que estas nuevas sectas utilizaban con sus adeptos.
Los movimientos anticultos crecieron a la par de sus antagonistas y se organizaron mucho mejor a partir de los 80’s con la inclusión de profesionales de las salud. Cabe destacar como punto de inflexión a la masacre de Guyana en 1978, (suicidio colectivo de 900 personas) que impulsó un mayor alerta de parte de los medios de comunicación.
La consternación por este tema estaba en aumento (la iglesia electrónica iba ganando espacio y miembros gracias a la televisión), lo cual demuestra la cantidad de conferencias episcopales organizadas por la Iglesia Católica para tratar el asunto.
En la República Argentina el debate sobre sectas tomó preponderancia después de la llegada de la democracia, donde la cuestión fue un tópico habitual en programas y publicaciones de la época. Durante esos años surgieron en nuestro país grupos anticultos destinados a denunciar, prevenir, instruir e incluso desenmascarar a sectas potencialmente peligrosas para los jóvenes.
Uno de los impulsores de esta corriente fue el periodista e investigador Alfredo Silleta, autor de numerosos libros sobre el tema y fundador de FAPES (Fundación Argentina para el Estudio de las Sectas).
Para concluir, Soneira se refiere al surgimiento de los grupos escépticos, asociaciones que se proponen refutar a cualquier clase de pseudociencia o medicina alternativa (New Age, ovnilogia, iridiología, quiromancia, etc.). Ya que, más de uno de estos “estudios” funcionan como escuelas donde los adeptos presentan características muy similares a los de los grupos religiosos sectarios. Las organizaciones escépticas difunden sus estudios en revistas o en Internet dónde contraponen con rigurosidad científica, las verdades enarboladas por los defensores de las pseudociencias.
Reseña elaborada por: Mariano González Achi.


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